
Por otra parte, también se ha recuperado la atalaya, lugar desde el que los arrantzales avistaban el acercamiento de las ballenas. El edificio, situado en el monte Otoio, se ha convertido en un museo que repasa la figura y el trabajo del atalayero. Las labores de recuperación, que comenzaron en 2006, han permitido la renovación y adecuación de las vías de acceso al faro mediante un sistema de rampas y la construcción de un ascensor panorámico. El interior cuenta, además, con un aula didáctica polivalente en la que se impartirán talleres, cursos de formación y encuentros.